Anna Bou, Ricardo Espinoza Lolas y Theodoro Elssaca, tocando la campana ritual del Manifiesto
Por Juan Carlos Diez, desde Viña del Mar, Chile, para La Voz Internacional de New York
19 septiembre 2025
Dos connotados artistas, Anna Bou (Catalana), el chileno Theodoro Elssaca y el filósofo chileno Ricardo Espinoza Lolas, se ha reunido con el propósito de realizar una labor conjunta que potencie su trabajo. Como Quijotes, ahora navegan en la Barca del NosOtros, para decirnos que un mundo mejor es posible…
Estos tres autores de trayectoria se unen para crear esta Barca universal, sostenida por la marejada salvaje del citado Manifiesto, escrito por el filósofo Ricardo Espinoza Lolas.
Al respecto, ellos expresan que: “La Barca nos agrupa y congrega en la travesía del mar, a saber, de la vida de cada uno. Y de alguna manera material que acontece en el viaje nos constituye en un NosOtros, como un grupo de singularidades diversas que comparten ruta y destino. La Barca nos protege y nos permite avanzar y paso a paso construye nuestro destino cuando buscamos llegar a un tipo de puerto, el que sea. En la ruta crecemos, aprendemos y pensamos, tal vez en lo que dejamos atrás o en lo que encontraremos, pero el compartirlo nos hace tripulantes de la vida, en medio de la Barca, y así somos un NosOtros confiados en que en un territorio concreto podremos estar los unos con los otros bailando y siendo ligeros.”
El libro en coautoría de estos tres creadores de alto vuelo y reflexión tendrá su lanzamiento internacional el primer día del Congreso de Madrid, miércoles 24 de septiembre, 2025 a las 18:00 horas, en el solemne paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

Elssaca, Bou y Espinoza Lolas, presentando La Barca del NosOtros, en el GAM, Santiago de Chile, 2024
Acerca de libro y del concepto del NosOtros, el connotado filósofo Pedro Felipe Sánchez, escribió lo siguiente el pasado mes de junio de 2025:
En una época donde la felicidad ha sido reducida a un objeto de consumo, a un dato cuantificable y donde el sujeto es reemplazado por el rendimiento solitario de un «yo» agotado, emerge, casi como un acto de insurrección poética, la Barca del NosOtros propuesta por Ricardo Espinoza Lolas. Allí donde Byung-Chul Han diagnostica la pérdida de lo otro, del misterio, del eros como herida que nos vincula, Espinoza Lolas responde desde la orilla opuesta; invoca la comunidad radical, encarnada en la metáfora móvil de la barca, como sostén metafísico en un mundo que se ha vuelto desierto.
Byung-Chul Han, en La cosificación de la felicidad, denuncia la desaparición de la negatividad, de la alteridad, del «tú» verdadero, en el reino del «like», la subjetividad se ha disuelto en positividad narcisista, la promesa de la autoayuda y la eficiencia emocional ha dejado al sujeto solo frente a un imperativo de optimismo, negando la tragedia, la muerte, el dolor todas esas formas de lo real que hacían posible el contacto profundo con el otro. Han nos habla de un infierno reluciente, donde el infeliz no es el que sufre, sino el que ha sido excluido del mercado de la felicidad, en este marco, el sufrimiento es visto como una anomalía, una disfunción personal, no como una dimensión constitutiva de la experiencia humana.
Esta visión produce lo que Han denomina “la privatización de la felicidad”; la responsabilidad del bienestar recae completamente sobre el individuo, desconectándolo de los demás y de las estructuras sociales. Se niega así la posibilidad de una felicidad colectiva o política. Esta operación encubre las desigualdades sistémicas y desactiva cualquier impulso de cambio social. El mandato de la felicidad se convierte entonces en una forma de dominación, una tecnología de poder que sustituye a la represión tradicional.

Elssaca, Bou y Espinoza Lolas representando la alegría del NosOtros
Pero lo más grave para Han es que este modelo produce un sujeto cansado, ansioso, incapaz de entrar en resonancia con lo otro, el dolor, antes catalizador de vínculo y transformación, ahora es negado o transformado en terapia. En su lugar, aparece una felicidad sintética, cosificada, que reduce lo humano a un conjunto de sensaciones agradables útiles para el rendimiento y supervivencia.
Frente a este panorama de aislamiento emocional y racionalidad instrumental, Ricardo Espinoza Lolas propone en su Manifiesto de la Barca del NosOtros una forma alternativa de ser y estar en el mundo, su texto no es solo filosófico, sino performático, a través de imágenes poéticas y metáforas del viaje, convoca a una reapropiación del sentido desde la materialidad compartida de la existencia.
La “barca” funciona aquí como una figura ontológica; no se trata de un simple vehículo, sino de un espacio liminar, móvil y comunitario, que permite navegar por un mundo colapsado. Esta barca acoge a los NosOtros, una comunidad plural, no identitaria, abierta a la alteridad y afirma la necesidad de reinventar la palabra, la danza, la ternura y la fragilidad como formas de resistencia ante el desierto nihilista del presente. Sin negar la condición de derrumbe planteada por Han, su barca no flota en abstracto, sino que se afirma en lo finito, en la piel, en la voz, en el canto de los pájaros y en la poética de los gestos que resisten el desierto.
Ambos filósofos coinciden en un diagnóstico; hemos perdido la brújula y la orientación. Han lo formula como la abolición del misterio, de la negatividad dialéctica que permite el sentido. Espinoza lo dramatiza en una escena de abismo; «cuando ya no hay espacio que recorrer…», cuando «todo camino ya se recorrió», solo queda construir barcas, formas relacionales de contacto radical. Estas barcas, lejos de prometer una salvación trascendente, se afirman en el tránsito, en el viaje compartido, en el estar juntos, aunque el mar esté agitado. La respuesta que plantea Espinoza es una reapertura del mundo a través del NosOtros, un término deliberadamente construido que fusiona el “nosotros” con el “otro”.
La idea de comunidad que surge aquí no es la del contrato ni la del algoritmo de afinidad, es una comunidad metafísica de los cuerpos y los sueños, de los cantos y las danzas, de los muertos y los porvenir, es una comunidad rota, herida, abierta. Frente al sujeto neoliberal que Han denuncia productor de sí mismo como mercancía emocional, el NosOtros espinoziano se abre a la alteridad sin garantías, asumiendo la finitud no como límite, sino como condición de posibilidad para el amor, la hospitalidad y la alegría.

Marco Carvacho, Álvaro Valderrama, Ricardo Espinoza Lolas, Anna Bou Jorba, Pedro Sánchez, Edmundo Moure y Theodoro Elssaca, durante una presentación en la legendaria Sociedad de Escritores de Chile, 2025
En este sentido, el Manifiesto es también un texto de resistencia; al individualismo metodológico, al lenguaje que homogeniza, a la palabra que ha dejado de crear, Espinoza recupera la fuerza poética como forma de transmutación, la palabra, dice, debe volver a la piel. Solo así puede devenir centauro, jardinera, canto. Esta recuperación del decir como acto es precisamente lo que Han señala como perdido; ya no decimos, solo emitimos señales de eficiencia emocional, la comunidad metafísica que ambos anhelan, Han por su ausencia, Espinoza por su construcción es el espacio donde el lenguajevuelve a fundar mundo, sin embargo, ambos filósofos de raigambre heideggeriana coinciden en la necesidad de “habitar poéticamente”.

Portada del libro que une a estos tres destacados autores recién publicado por Mutante Editores, 2025
Este texto, por tanto, no es sino una tentativa de tender un puente entre el diagnóstico de Han y el gesto creador de Espinoza, entre la melancolía del filósofo coreano y el impulso poético del filósofo chileno y Candidato a Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2025. Emerge la figura de una comunidad por-venir; no como totalidad armónica, sino como barca que navega entre ruinas, sostenida por vínculos que no se pueden contabilizar, una comunidad de los que aún creen que el contacto metafísico, carnal, ético es posible en medio del colapso.
Y si, como dice Espinoza, “la palabra ya no crea”, tal vez sea tiempo de inventar nuevas palabras, o mejor dicho, de embarcarlas.
“La Barca del NosOtros” es un manifiesto de resistencia ontológica y poética, frente a la desertificación contemporánea del sentido, propone una estética del vivir, una ética de la otredad y una política del afecto. No es un programa institucional, ni una fórmula de autoayuda sino un llamado vital a re encantar el mundo desde la comunidad, el canto y el amor.
Finalmente, el texto es una meditación sobre la finitud, el tránsito inevitable entre nacimiento y muerte. Pero no se aborda desde el miedo, sino desde la posibilidad de darle forma a ese tránsito; la vida como viaje, como navegación compartida, que, aunque zozobre, da sentido en su fragilidad
El gran dramaturgo checo, Václav Havel, señala en forma magistral: “La esperanza no es optimismo. No es el convencimiento de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, al margen de cómo salga luego”.
Algunos de los poemas de Anna Bou, incluidos en el libro, son: “Barca en la arena”, “La última hablante de Yagán”, “Gravitaciones”, “Casi”.
Algunos poemas de Theodoro Elssaca, incorporados al libro, son: “Barca de multitud”, “Newen de la tierra”, “Kaus Australis”, “Poetas nautas”, «Despuás de Gaza».
Como una muestra del contenido del Manifiesto, el siguiente es un poema de Anna Bou:
CASI
Un detalle es la boca pequeña
de un hecho grandioso, pero tímido.
Un gorrión ensaya sus trinos:
esto es un detalle.
Las ventanas de una casa abandonada
no miran hacia afuera, sino hacia adentro:
esto no es un detalle, es una tristeza
que no sabe cómo desahogarse.
Algún hecho grandioso se repliega,
palidece, tiene frío, te espera.
Unas iniciales bordadas en un cojín:
esto es un detalle.
Y despertar con las iniciales grabadas
en la mejilla: no será un recuerdo.
Un detalle es una boca pequeña,
y una boca pequeña aprende a hablar
muy, muy de cerca, por ejemplo:
“No se ve la totalidad de la persona
hasta que se aleja y se percibe minúscula
como un sutilísimo matiz en el paisaje,
al punto final que contiene todo el texto”.
También, les comparto uno de los poemas inéditos de Theodoro Elssaca:
DESPUÉS DE GAZA
caída de estrellas son los niños-idos
hoy quisiera despertar y descubrir
que el exterminio del pueblo palestino
fue pasajera pesadilla pero no
llanto-sangre de ángeles caídos
inunda y mancha por todos lados
entierra-tierra la pala más honda
cavemos las tumbas a orillas de la mar
sin sepulcros solo hay cuerpos desmembrados
pedazos de vidas ojos manos cabezas
plegaria y despedida en marcha de muertes
savia del doliente olivo silencio desierto
he cerrado los ojos para volver
a mirar las sonrisas que ya no están
entrar en los sueños de libertad
playas impolutas del Mediterráneo
orilla que conecta rutas del mundo
tras el continuo rabioso bombardeo
toda la humanidad en su conjunto
ha sido arrojada al enlutado abismo
después del horror contra Gaza
no se puede volver atrás