TEGUCIGALPA. En Honduras hay 937 mil jóvenes que no estudian ni trabajan y esto equivale a la mitad de la fuerza de trabajo que no está participando y se traduce a en gran pérdida en materia de producción, productividad y de ingresos para las familias, expresó Santiago Herrera, gerente de Política Económica del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep).
El fenómeno es conocido como “ninis” y representa una contrariedad estructural para la economía hondureña.
Herrera destacó que la carga social en Honduras supera el 73 por ciento del salario, lo que resulta en un desafío para la formalización del empleo en el país.
Este alto porcentaje, según Herrera, genera incertidumbre y fomenta la informalidad, especialmente en las pequeñas y medianas empresas (Pymes).
Herrera también abordó la baja participación laboral en el país, especialmente entre los jóvenes.
Pero “también es una incertidumbre perversa para la informalidad, porque cuando la Pyme no puede pagar esa carga social, entonces el empleo se vuelve informal”.
La situación, según él, limita la capacidad de las empresas para ofrecer empleos dignos y con protección social, afectando directamente a los trabajadores.
En el sector agrícola, que es uno de los mayores generadores de empleo en Honduras, solo el 0.23 por ciento de los trabajadores están asegurados en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).
“Eso significa precariedad, porque no hay protección social”, enfatizó Herrera. Otro aspecto preocupante es el crecimiento acelerado del salario mínimo, que ha aumentado más del 47 por ciento en los últimos años.
Sin embargo, Herrera señaló que “el salario medio crece el 7 por ciento y eso significa que el mínimo, en vez de ser el piso o la base de la escala salarial, se ha convertido en el techo de la escala salarial”.